Después de unos días de exploración, y su consiguiente descanso, los hermanos alaveses y el murciano Manu Ponce vuelven a la carga para escalar por primera vez la cara norte del Cerro Tornillo, una montaña preciosa de 4.900 m, enclavada en la cara sureste de la Cordillera Blanca; una zona vírgen que el equipo de los Pou descubre para el mundo del alpinismo y las futuras generaciones de escaladores.
Tras 1h 1/2 en todoterreno, inician la aproximación -de 3 horas- ayudados por mulas para cargar todo el material de escalada, agua y víveres, que les permitirán estar hasta cinco días en el campo base a una altura de 4.500 m. Un lugar que habían estudiado con anterioridad durante las jornadas de exploración.
Al día siguiente de la llegada al campo, inician la marcha de aproximación hasta la base de la montaña, al mismo pie de una pared enorme de la que no tienen ninguna información reseñable, ya que desconocen tanto su dimensión en metros, como la altura del pico, o las dificultades que tendrán que afrontar, ya que son los primeros seres humanos en plantearse esta ascensión. Deciden acometer la escalada en el mejor de los estilos, en alpino y non stop, o lo que es lo mismo: Con el material justo para intentar hacer la apertura de la vía en una sola jornada, prescindiendo de sacos de dormir, material de vivac, o comida para más de unas horas, con lo que de no acertar a realizar la apertura en un solo día, les llevaría a tener que bajarse de mala manera o forzar un vivac sin equipo en mitad de la pared.
Van ascendiendo con velocidad por toda la ruta, encontrando dificultades, que a pesar de los problemas generados por la altura (la falta de oxígeno dificulta mucho los movimientos explosivos de la escalada), el equipo de los Pou domina. Al final resultan 6 h consecutivas de escalada sin paradas, en la que los vascos se van alternando en cabeza de cordada con el murciano, para alzarse en la cumbre principal del Cerro Tornillo, y tras 700 metros de escalada, conseguir por primera vez escalar su cara norte.
La bajada resulta delicada por su cara este con continuos destrepes expuestos y les obliga a estar alerta hasta su vuelta al suelo, desde donde retornan muy cansados hasta el campo base, 11 horas después de iniciado el ascenso. La ruta les da unas dificultades de hasta 6b y 700 m, y la bautizan (honor que corresponde a los primeros ascensionistas) como “BURRITO CHIN DE LOS ANDES”, en homenaje a su cámara Alexander Estrada.
Muy satisfechos con esta primera ascensión, todavía les queda tiempo para seguir soñando con nuevas aperturas, con lo que todo el equipo mantiene la motivación muy alta de cara al próximo objetivo.
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