Los alpinistas americanos Conrad Anker, Jimmy Chin y Renan Ozturk sorprendieron al mundo a principios de mes con su escalada al Meru Central (6.310m) por la vía Shark’s Fin, que supera por primera vez, la característica aleta central de la espectacular cara noroeste de la montaña. Tras doce días de actividad en la pared, el trio alcanzó la cima el 2 de octubre, convirtiéndose en los primeros en alcanzar este objetivo perseguido por muchos desde hace más de 20 años.
La “aleta de tiburón” había repelido hasta ahora más de una docena de tentativas. De hecho, para Anker era el tercer intento a la vía, mientras que para Chin y Ozturk, era la segunda vez que se enfrentaban al reto. Los tres juntos acumulaban más de 30 días de actividad en la pared. Estaban, por lo tanto, más que preparados.
Muchos de los anteriores intentos al “Shark’s Fin” acabaron en nuevas rutas al Meru Central, como la espectacular vía de Valeri Babanov en 2001. Después de intentar la aleta, acabó escalando una vía más a la derecha, bautizada como Shangri La (ED 5.9/5.10 A1/A2 M5 75º), que supuso la primera apertura en solitario al Meru Central y lo que le valió el Piolet d’Or.
Las historias de los intentos se suceden una tras otra. En 2003, el propio Anker, junto a Doug Chabot y Bruce Miller, realizaron un ataque ligero y rápido a la aleta, pero se tuvieron que dar la vuelta cuando ya habían superado dos terceras partes, debido a las malas condiciones de la nieve y a la falta de equipo para la parte superior de roca. Un año más tarde, un potente equipo japonés formado por Hiroyoshi Manome, Yasushi Okada, Makoto Kuroda y Yasuhiro Hanatani, alcanzaron la cota de los 6.100 metros, pero tuvieron que renunciar después de que Hanatani se rompiese las dos rodillas.
VARIACIONES A LA RUTA DE BABANOV
Ese mismo equipo japonés realizó en 2006 la segunda ascensión al Meru Central, siguiendo una variación a la ruta de Babanov. Pocos días más tarde llegaban también a la cima los checos Marek Holecek y Jan Kreisinger. Intentaban la aleta, pero acabaron desviándose a la derecha y conectando con la ruta de Babanov, abriendo de esta manera una nueva variante.
En 2008, Anker realizó su segundo intento, esta vez ya con Chin y Ozturk. La mala fortuna, en forma de un tiempo horrible, les obligó a estar parados durante varios días. Cuando se pusieron a escalar, alcanzaron sin problemas el punto en el que Anker se había retirado en 2003, pero al 19º día de actividad y después de haber racionado unas reservas de comida pensadas para 10 días, tuvieron que retirarse a escasos 150 metros de la cumbre. Lacónico, Chin declaró en aquella ocasión: “Quizás esto no está destinado a ser escalado… yo no regresaré”.
El trio no tuvo ningún problema en que otras cordadas utilizasen su ruta, aspirando llegar a ser los primeros en escalar la ansiada “Shark’s Fin”. De hecho, en 2009, los eslovenos Silvo Karo, Marko Lukic y Andrej Grmovsek proyectaron un ataque rápido y ligero, en estilo alpino, con el que preveían superar en seis días las dificultades encontradas por los americanos el año anterior. El tiempo inestable impidió al equipo esloveno llevar a cabo el proceso de aclimatación que habían programado en otras rutas y cuando llegaron a la base de la pared, se vieron incapaces de acometer la vía.
“QUIZÁS TENDREMOS QUE VOLVER A INTENTARLO”
Rememorando la expedición de los eslovenos, Chin explica que tenían “la esperanza de que lo conseguirían”. Y continúa: “Pero también pensé, si no lo consiguen, quizás tendremos que volver a intentarlo. Y cuando supe que no habían superado la ruta, Conrad y yo comenzamos a hablar poco a poco del tema. Se trataba de una ruta legendaria. Nadie la había conseguido completar. Nosotros habíamos estado muy cerca en 2008; teníamos el conocimiento de la ruta, sabiendo todas las pequeñas cosas de la vía, la haríamos de otra forma. Era duro resistirse”.
Este septiembre, Anker, Chin y Ozturk abrieron la parte inferior de la ruta en un ataque rápido de seis días, después de lo cual bajaron al pie de la vía para descansar y transportar a pie de pared todo el material necesario.
Sobrepasado el punto ya equipado, el trio se enfrentó a secciones con una dificultad superior al A4, tras lo cual, llegaron al largo que ellos califican como clave en la vía: el “Crystal Pitch”: un largo desplomado y extremadamente expuesto que puso a prueba las habilidades físicas y mentales de los tres escaladores. Finalmente, una sección de mixto y artificial algo más sencilla los depositó en la cumbre del Meru el día 2 de octubre.
Anker y Chin no dudaron en citar el buen tiempo como uno de los factores principales de su éxito. Pese a que la temperatura raramente subía de los veinte grados bajo cero durante el día, el cielo azul estable les permitió cubrir en un día distancias que en el último intento les habían llevado seis días. Según explica Chin, uno de los grandes retos de esta vía es la gran cantidad de material que requiere. La cordada americana cargó con material técnico de escalada alpina, mixta, en hielo, a lo que se suma, un equipo de de big-wall. Es por eso por lo que ve muy difícil un ascenso en estilo alpino.
“La mayoría de equipos anteriores habían escogido un estilo alpino para la ruta. Pero simplemente no se puede. Hay que escalar en artificial secciones de hasta A4”, declara Chin.
Tras una acumulación de más de 30 días en pared –juntando los intentos anteriores– y tentativas truncadas por el mal tiempo, la escasez de alimentos o la falta de material, Ozturk declara que esta es “la experiencia más plena que hemos vivido”. También admite que el conocimiento adquirido en 2008 fue un factor crucial para el reciente éxito. En la misma línea, Chin reconoce que fue muy importante poder compartir la expedición con los mismos escaladores, sobre todo después del grave accidente de esquí de Ozturk el pasado mes de marzo.
UNA CORDADA DE TRES
Chin insiste en que para Renan era una gran oportunidad poder regresar a la ruta: “Pudiésemos haber buscado a algún otro escalador, pero para nosotros era muy importante tenerle a él”. Por su parte, Anker asegura que su hubiesen sido una cordada de dos, hubiesen tardado dos días antes en escalar la pared, pero reconoce que la experiencia de regresar con los mismo componentes era un aspecto importante de la expedición.
Para Anker, este tercer intento tiene también el valor de un homenaje: “Para mí es un tributo a Mugs (Stump), con el que había hablando en muchísimas ocasiones sobre el Meru Central”. De la misma manera, el escalador estadounidense agradeció a su esposa, Jennifer, y a sus hijos por su apoyo durante el viaje. “Hace 12 años que murió Alex, también en la época post-monzónica, por lo que ha sido una experiencia estresante para ella”, declara. Anker se refiere a Alex Lowe, antiguo compañero de cordada del escalador y, al mismo tiempo, primer marido de su actual mujer. Alex falleció sepultado por una avalancha en octubre de 1999, en el Shisha Pangma.
Sobre posibles repeticiones, la cordada de tres se muestra ansiosa por que alguien intenta la ruta. Aunque advierten que la condición obligatoria es disfrutar de buen tiempo y buenas condiciones. “No podemos expresar la importancia que la meteorología jugó en nuestra expedición; fuimos increíblemente afortunados”, sentencia Anker.
Fuente: Alpinist
Noticias sobre deportes de montaña y al aire libre